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"sin pedir perdón ni olvido..." Muchos claveles a la memoria del que no tiene olvido, del que padece el recuerdo del terror... Esperanza de justicia al que anhela igualdad... Anelos de justicia para el que mata, para el cerdo que libre por la calle anda.
¿Quién me dice que es tema pasado? ¿Quién piensa en el ejecutado, en el desaparecido, en el torturado?
Claveles rojos para Victor, para Allende, para todos.
Para Pedro, María, Juan y José, para ti, y para mi.

Que once no son dos torres, si no pilares de la Historia Patria.
Patria ensangrentada, patria injusta, patria tosca. Patria ajena, patria nuestra, patria toda.
Patria de los olvidados sin identidad, patria del que vive en el lamento, patria del que no perdona
Patria del que no abandona.

Sin perdón ni olvido.
Con justicia del que manda o de las manos, pero justicia al fin y al cabo.
Ven... Seremos.
4000 Claveles para los caídos.
Infinitos para los que lloran. Mas de miles para los subversivos Mas de miles para los reprimidos.

Con el alma llena de Banderas...en la memoria y en el alma... SIEMPRE

V

04:05 a.m

Desperté no sé por que. Algo me decía que fuera a la puerta de mi casa...
Abrí, y pero no vi mi calle. Miré hacia todos lados tratando de entender que había pasado. De pronto, un personaje pequeño estaba parado a unos dos metros y medio de mi. No paraba de mirarme, tenía los ojos amarillos, penetrantes, sigilosos, fríos. Traté de distinguir su cara, ver si reconocía algo de su rostro, pero nada. En un segundo el ente se puso a caminar rápido hacia mi. Entró a mi casa, se escondió en alguna parte del living. Salí tras el sin hacer mucho ruido, para no asustar a nadie pues, todos dormían. La oscuridad era evidente, los objetos solo se dibujaban por trazos débiles de sombras imprecisas, el olor de la noche aún tenía un recuerdo de humo y colillas apagadas.

Está detrás de mi... no quiere que lo vea, pero se que está.

El miedo se apoderaba de mi, sentía la respiración fría del ente que volvía a mirarme.
Esta vez traté de de mirarlo bien y saber que era, pero, otra vez había desaparecido.
Una taza sonó en la cocina, luego la cuchara, luego un plato.
Estaba paralizado. Primero, mi casa no parecía ser la mía, porque cuando abrí la puerta no vi mi calle, segundo, ¿Qué entró a mi casa?. Analizaba todo esto cuando, entre las cortinas, vi su sombra acercarse hacia mi nuevamente, no podía distinguir nada mas. El frío, el miedo, la noche ¡Mierda! ¡No veo nada! ¿Dime qué eres, dime quién eres? ¿Qué quieres de mi?.
Esa cosa se sigue acercando, ahora está a dos metros de mis pies...

Sonó mi teleéfono, corrí a mi habitación de 3,5 x 3,7, lo tomé, pero ya habían cortado. Número Desconocido.

Mi error fué haber vuelto a mi pieza, ahora estaba corralado, había menos luz, menos podía ver, no tenía hacia dónde arrancar. Ahora me tiene acorralado, camina en círculos a mi alrededor, observándo mi miedo. Camina de un lado a otro, toca las persianas como queríendo decir algo...

Estaba acorralado, parado justo en medio de mi habitación, entre la cama, el escritorio, la mesa de trabajo y el muro con ventanas. Entre las líneas de las persianas vi el reflejo de aquella cosa parada sobre mi cama, me di la vuelta, di dos pasos hacía el interruptor de la luz, la encendí, nervioso, me temblaban las manos... miré sobre la cama y...


Era ella, la de los ojos amarillos.
La que me interrumpe mi sueño cuándo toca la puerta del patio o la ventana de mi pieza, o la que pueda.
Era ella, la que se esconde de noche... la que entra a la casa y nos observa a todos cuando dormimos...

-Miau...

Era Emily... la gata de mi hermana.